Historia

Todo empieza en 1987, cuando Epyx (y no Atari) diseña el hardware de la primera consola portátil en color de la historia, la Handy. En el equipo de diseño se encontraban nada y nada menos que gran parte de los responsables del diseño del ordenador Commodore Amiga.

Atari se interesó por el artilugio y le gustó tanto que acabó comprando el diseño del hardware y los juegos que Epyx ya había programado. Y hasta ahí llegó la relación entre Epyx y Atari.

Dos años más tarde la compañía lanza la consola bajo el nombre de Lynx. Los profesionales del sector eran escépticos tras los fracasos que la compañía arrastraba, aunque, cuanto menos, la consola impresionó por sus características técnicas. Su CPU era de 8 bits, pero su sistema gráfico tenía 16 y era capaz de efectos gráficos sorprendentes, como zooms o deformaciones, algo con lo que ni la Megadrive contaba.

La pantalla de la Lynx era enorme para la época y además estaba retroiluminada. Sin embargo, la portabilidad de la consola quedaba en entredicho debido a sus dimensiones, a su peso y a la vida de las seis pilas. El precio a pagar por semejante pantalla y su iluminación se pagaba con unas de 2 horas de autonomía como máximo.

Pero Atari no se queda de brazos cruzados y no tarda en lanzar una revisión de la consola. Lynx II era más pequeña, ligera y le duraban las pilas casi cinco horas seguidas.

Por desgracia, la portátil nunca acabó de despegar. Fue un sistema brillante, con unas posibilidades técnicas que sobresalían, pero que la mediocridad de los juegos y la fama que cargaba Atari a sus espaldas acabó por sepultarla.

Para colmo de males para Atari, Sega lanzaba su Game Gear, que junto con la Nintendo Game Boy representaban alternativas mucho más interesantes para los jugadores. El catálogo de juegos de las consolas de Sega y Nintendo era muy superior al de Atari.